Al igual que la Vetusta de Clarín,
nuestro heroico país dormía la siesta. Esta vez, tras una nueva resaca
futbolera, no consiguió despertarlo el último escándalo de corrupción.
“Hacía la digestión del cocido de la olla podrida, y descansaba oyendo
entre sueños el monótono y familiar zumbido de campana de coro”.
Mientras, en los medios de comunicación, llovían fusiles disfrazados de
palabras con los que se derribaba letalmente el argumento del contrario
por el simple hecho de ser diferente. Nuestros políticos seguían
llenándose la boca con la palabra ‘democracia’, pero España era el
segundo país de la Unión Europea con menos alumnos en aulas públicas. La
educación volvía a parecerse a ese oscuro desierto sobre el que tanto
costó edificar tras la década de los setenta del siglo XX.
…………Nuestro país se ha convertido
en un crisol de desconciertos e incoherencias en el que,
paradójicamente, florecen aplausos por doquier cada vez que se menciona
la figura de Lorca, Machado, Neruda o García Márquez. El asesinato del
dramaturgo granadino o el exilio del profesor sevillano están en auge,
aunque algunos libros insistan en que aquello no ocurrió, gracias a la
inmediatez con la que se acumulan los artículos o las fotografías sobre
la vida de estos. Tristemente, los grandes maestros del arte y de la
palabra solo son recordados, por una gran parte de la sociedad, como
“héroes políticos”. Se han transformado en la campaña publicitaria
perfecta para promocionar un nuevo concepto de política bajo la premisa
del “todo vale”. Pero los espectáculos también tienen un fin: la
brillante ejecución de muchos titiriteros mediáticos, de afilada pluma
partidista, concluye cuando les invitas a asistir a un recital de poesía
o a una obra de teatro de su tan aclamado escritor. Muchos, no solo
declinan la invitación, si no que además ni siquiera muestran el más
mínimo interés por el evento cultural. Y así, el telón cae de golpe.
…………Al hilo de lo expuesto, hace
poco, me paré ante la reflexión de un amigo, el compositor David
Hurtado: “Dejen ya de inundar las redes sociales con citas de autores
que, probablemente, ni siquiera han leído. El mejor homenaje que podemos
hacerle a un escritor es leer su obra”. Y el desplante más terrible es
politizarla sin conocerla, pensé yo. Porque tener “memoria histórica” es
importante para no repetir los errores del pasado. Pero si contribuimos
a que se sigan fusilando ideas, la memoria histórica se convierte en
fachada o demagogia. En definitiva, pura hipocresía oportunista.
…………Cuando leí mi primer poema de
Neruda era una niña. Recuerdo que me quedé absorta. No era capaz de
articular palabra. Nada me importaba si la persona que lo había escrito
era blanca, negra, mujer, hombre y, mucho menos, cuál era su ideología
política. Lo único que yo deseaba era seguir leyendo otros muchos textos
suyos. Entonces entendí que los escritores pasaban a la historia
gracias a su creatividad, un concepto que actualmente carece del respeto
que debería poseer. Hoy nos empeñamos, erróneamente, en reforzar
aquello que nos iguala y nos aliena, convirtiéndonos en obreros al
servicio del sistema, en lugar de aprender a compartir y descubrir en el
otro aquello que nos diferencia, que nos hace necesarios e
irrepetibles.
…………A medida que fui creciendo,
descubrí la manera en la que muchos escritores habían dibujado, desde
una perspectiva crítica, una sociedad que muy pocos tuvieron la valentía
de entender. Ellos habían llevado la palabra ‘cultura’ hasta las más
altas cotas. Pero, en pleno siglo XXI, el desprecio por la cultura y las
constantes trabas para acceder a ella son la tónica imperante. Parece
que se nos olvida lo absurdo de elogiar a un cadáver (aunque sea el del
propio García Márquez) si al mismo tiempo menospreciamos a los docentes
de este país tan masacrado por la manipulación mediática.
…………Hace un par de meses, trabajé el documental Las maestras de la República
con mis alumnos. El paralelismo con la realidad actual es terriblemente
sorprendente. Cada día “se depuran” profesores, de manera metafórica,
en nuestra querida escuela pública. Lo grave de este asunto es que esta
“depuración”, no solo la realiza el Gobierno mediante los constantes
recortes en derechos, el ninguneo administrativo o los cambios de leyes
en las que no se tiene en cuenta ni la realidad de las aulas ni a los
profesores, sino que además la perversión reside en que la peor
depuración de la escuela pública la realizamos nosotros, como sociedad.
Permitimos y justificamos agresiones verbales y físicas en las aulas,
silenciamos actitudes sexistas, hacemos la vista gorda ante las
situaciones de acoso y cuestionamos la labor del profesorado. En muchas
ocasiones, los docentes tienen que justificar su trabajo ante aquellos
padres que miran con recelo las bajas calificaciones de sus hijos
mientras señalan a los profesores como únicos y auténticos culpables.
Por otra parte, la tasa de paro o los infinitos traslados de compañeros
interinos que han obtenido la máxima calificación en un concurso-oposición parece no importar lo suficiente. Esto sí debería ser noticia a diario.
…………En la escuela pública, además
de ejercer nuestra profesión, se nos acumulan infinidad de tareas que
realizamos con empeño pero para las que no hemos opositado. Muchos de
nosotros no somos ni psicólogos ni médicos. Aun así, de manera intuitiva
y con ayuda de la pedagogía, intentamos remediar las carencias
educacionales o afectivas que nuestros alumnos traen desde casa. Pero
necesitamos cada vez mayor número de herramientas que la propia sociedad
nos niega. Se trata de un trabajo que realizamos desde la
voluntariedad, al margen del nuestro: la docencia. Y lo hacemos con el
máximo respeto, aunque requiera horas de nuestro tiempo que no están
registradas en ningún documento. Todo ello mientras nos cuesta el dinero
enfermar.
…………¿Qué nos impulsa entonces a
seguir trabajando? Pues precisamente la necesidad de llevar la obra de
los grandes maestros de la cultura a todos los hogares posibles.
Porque, no es solo nuestro deber, sino también el mayor privilegio del
que puede gozar un docente con vocación. Más aún: el primer requisito
sobre el que debe sustentarse una praxis política auténtica. El germen
de esa necesidad se encuentra en algo que no podrán arrebatarnos ni los
recortes, ni el desprecio por la educación que se respira en España. Se
llama “alma”. Ahí reside el pilar de la escuela.
…………“Alma, María, alma”, repetía el
pedagogo Cossío a María Sánchez Arbós. Esta mujer, maestra y gran
desconocida para muchos, ha sido un ejemplo de lo que hoy definiríamos
como educación de calidad. Su legado, junto con el de tantos docentes
republicanos, ha permitido que nosotros podamos tener derecho a una
escuela y que luchemos por ella. Las maestras de la República hicieron
real el concepto de Solidaridad, la base de cualquier estado
democrático, gracias a una apuesta firme por renovar la enseñanza desde
los cimientos para cambiar la sociedad. Y lo consiguieron porque no era
cuestión de tiempo, sino de creer de verdad en ello. La escuela era
entendida como “una reunión de almas que conviven para hacerse felices
unas a otras”. Para crear una escuela había que “formar, independizar,
sostener y fortalecer su alma”. Por ello, la Segunda República inició un
modelo de aprendizaje basado en la creatividad y en la innovación,
palabras que suponen un auténtico reto para nuestra sociedad, tal y como
subrayan destacados expertos en educación. Ken Robinson, educador y
conferencista británico, afirma en la actualidad: “No podemos incentivar
la pasividad, el conformismo y la repetición. (…) La mayoría de los
ciudadanos malgastan su vida haciendo cosas que no les interesan
realmente, pero que creen que deben hacer para ser productivos y
aceptados. Solo una minoría es feliz con su trabajo, y suelen ser
quienes desafiaron la imposición de la mediocridad del sistema. Son
quienes se negaron a asumir el gran error anticreativo: creer que solo
unos pocos superdotados tienen talento. (…). Todos somos superdotados en
algo. Se trata de descubrir en qué. La educación debe enfocarse a que
encontremos nuestro elemento: la zona donde convergen nuestras
capacidades y deseos con la realidad”.
…………Nuestras reivindicaciones, en
pleno siglo XXI, por una escuela pública digna persiguen el mismo
objetivo que arrancó con fuerza en la República: una educación que sea
capaz de brindar los mismos derechos a todos. Como subrayó María Sánchez
Arbós, es imprescindible educar en la igualdad para que no se pierda
“un solo talento por falta de oportunidades”. Para ello, se aplicó una
pedagogía flexible que ayudara a compaginar la mente y el corazón.
Además, la enseñanza se basaba en un modelo práctico que debía formar
alumnos preparados para el futuro, con un pensamiento crítico e
independiente. Como apunta Carmen García Colmenares, “la escuela no
tiene que adoctrinar sino que tiene que formar”. En plena República,
apareció el lema “Más escuelas y mejores maestros”.
…………En este ámbito surgió también
el concepto de coeducación, en el que reside el motor del aprendizaje
para la convivencia en sociedad. Las palabras ‘tolerancia’, ‘respeto’ y
‘paz’ adquirieron un significado pleno que, por desgracia, hoy estamos
perdiendo.
…………Por tanto, la labor de la
República ha dejado una honda huella en los que defendemos una educación
de calidad. Sus paradigmas siguen estando más vigentes que nunca entre
aquellos que pretendemos dignificar la enseñanza. Porque cada alumno
debe ser capaz de descubrir que posee sabiduría y que debe compartir su
visión del mundo con los otros.
…………Entonces, ¿qué función cumple
la escuela con respecto al ámbito político? Resultan esclarecedoras las
palabras de María Sánchez Arbós: “Si yo quisiera expresar lo que era
para mí la política, no sabría. Yo creía en la cultura. Amaba mi
profesión y me entregaba a ella con afán. Esto era política: el deber de
llevar a las escuelas el ideal de solidaridad”. De sus reflexiones,
recogidas en diversos documentos, no solo se desprende que la educación
es el pilar de la praxis política, sino que además esta última no
existe como tal mientras no se dignifique la labor del docente y de la
escuela. Si la política es el arte de gobernar los estados, ¿de qué
estado hablamos cuando no se apuesta por los valores creativos, la
solidaridad, el esfuerzo y el razonamiento crítico? ¿Realmente podemos
hablar de un concepto de sociedad evolucionada si despreciamos las
reflexiones ajenas? Sin educación no puede surgir el germen de un estado
verdaderamente democrático. Por tanto, un país que no respeta a sus
docentes está condenado al fracaso en todos sus ámbitos. Es más,
cualquier tipo de praxis política no es real, es solo una quimera.
…………Cuando empecé mi labor como
profesora, recopilé los textos y reflexiones de mis alumnos en un libro,
que además también está ilustrado por ellos, cuyo título es El latido del aula. Quería
que las distintas voces de mis alumnos se escuchasen. Me encargué de la
maquetación, me puse en contacto con la editorial y pude registrar el
libro. No me importó costear la primera edición con mi dinero. Además,
los beneficios económicos estaban destinados a la Asociación Nacional
del Discapacitados. Después de terminar el proyecto, no solo no hemos
recibido ningún tipo de subvención por parte de la Consejería de
Educación para las sucesivas ediciones sino que, pese a poseer ISBN y
Depósito Legal, la propia Consejería no lo reconoce como una publicación
de interés social. Si las voces de los alumnos no tienen interés
social, ¿qué lo tiene entonces? ¿Qué futuro estamos construyendo?
…………Desde la docencia no me cansaré
de luchar, tanto por ese proyecto como por otros muchos. Y seguiré
teniendo presente a María Sánchez Arbós: “Cuando todo español, no sólo
sepa leer sino que tenga ansias de leer y de divertirse leyendo, habrá
una nueva España”. Pienso que, cuando seamos capaces de escuchar las
voces de los otros, habremos dado el primer paso para una auténtica
democracia.
Ángela Ramos.
http://lacolumnata.es/firmainvitada/la-firma-invitada-sociopolitica/educacion-aprendamos-de-las-maestras-de-la-segunda-republica#.U5CpydaSw1c.twitter
martes, 10 de junio de 2014
Suscribirse a:
Entradas (Atom)